¿Está listo para tratar los acúfenos?
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El sonido funciona al entrar en el conducto auditivo en forma de ondas. Estas ondas hacen vibrar el tímpano que, a su vez, mueve tres huesecillos que llevan la vibración a la cóclea. La cóclea, que tiene forma de concha de caracol, está repleta de líquido y pequeños haces de células ciliadas. A medida que el líquido forma ondas, los haces de células ciliadas vibran y liberan neurotransmisores. Esto crea una señal eléctrica en las células del nervio auditivo, que viaja hasta el cerebro, donde se clasifica como información.*
A menudo, los haces de células ciliadas dañados que se encuentran en el interior de la cóclea causan acúfenos, pero el mismo efecto puede ser resultado de un daño en casi cualquier punto del pasaje.
De hecho, según la American Tinnitus Association (Asociación Estadounidense de Acúfenos, ATA) hay cerca de 200 trastornos de salud distintos que pueden dar como resultado los acúfenos.
Los acúfenos pueden estar relacionados con una explosión repentina de sonido o una pérdida auditiva de larga duración. Pueden estar ocasionados por nervios afectados, endurecimiento de los huesos de los oídos, golpes en la cabeza, lesiones en el cuello, lesiones en la mandíbula, la circulación cerebral e incluso obstrucción de las células ciliadas y tapones de cerumen.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. estiman que cerca del 15 % del público general (más de 50 millones de estadounidenses) presentan alguna forma de acúfenos1. No obstante, hay grupos de personas que están en mayor riesgo de presentarlos.
Según la ATA, la prevalencia de los acúfenos aumenta a medida que las personas envejecen y llegan a su máximo en el grupo de edad de 60 a 69 años. Este aumento probablemente se deba tanto a una pérdida auditiva asociada a la edad como a una pérdida auditiva acumulada producida por ruido2.
La ATA también apunta que los hombres tienen más probabilidades de sufrir de acúfenos que las mujeres. El grupo con mayor riesgo son los hombres que trabajan en sectores en los que hay ruidos intensos, como en las granjas, las fábricas y el sector de producción, en la construcción y en las fuerzas armadas.
Las actividades como la caza y los deportes de motor también se consideran de alto riesgo, al igual que quienes se dedican a la música o asisten frecuentemente a conciertos.
Los acúfenos no causan pérdida auditiva, pero suelen presentarse con ella y pueden tener las mismas causas. Según la Hearing Loss Association of America (Asociación de Pérdida Auditiva de América), se estima que 50 millones de estadounidenses presentan acúfenos y el 90 % de estos también presentan pérdida auditiva.
Vivir con acúfenos puede ser frustrante, puede afectar su trabajo y hasta su carrera profesional, puede alterar el sueño y dificultar las actividades como la lectura. Los acúfenos también pueden cambiar sus relaciones; tanto con su entorno general, como con quienes le rodean.
Los acúfenos afectan a las personas en el aspecto mental, cognitivo y físico. Generalmente se describen como una carga y un impedimento. Lo primero que suele verse afectado en general son los pensamientos y las emociones, así como la capacidad de concentrarse y fijar la atención.
En un nivel más práctico, algunas personas con acúfenos tienen dificultades para hacer actividades que usualmente se realizan en silencio, como trabajar en el jardín y en el garaje, y leer.
Los acúfenos también pueden causar que las personas eviten los lugares públicos y las situaciones grupales, lo que aumenta el aislamiento social.
Además de las personas que tienen acúfenos, estos también pueden afectar a quienes les rodean, como amigos, familiares y colegas. Esto se debe a que pueden provocar reacciones emocionales intensas, que se pueden manifestar en las relaciones personales y laborales.
Según la ATA, los acúfenos generalmente se miden mediante una evaluación de habilidad de reconocimiento verbal, que son pruebas que determinan las frecuencias y el volumen de los acúfenos, así como pruebas físicas de los músculos, membranas y células ciliadas de los oídos.
En pocas palabras: proteja sus oídos. Los ruidos fuertes son perjudiciales y una exposición prolongada al ruido es todavía peor. Asegúrese de usar protección auditiva siempre que sea posible. Su audioprotesista podrá ofrecerle una guía sobre cuál es la mejor protección auditiva para su estilo de vida. ¿No tiene un audioprotesista? Haga clic aquí para buscar uno.
Algunas aplicaciones digitales utilizan medidores de sonido para determinar el volumen del ruido localizado, y muchos se pueden descargar gratis. (Busque “medidores de sonido”).
Si no puede evitar los ruidos fuertes (por ejemplo, si es un barman en una discoteca ruidosa o si trabaja en el campo con equipos pesados), es importante que tome descansos. Soportar ruidos fuertes en dos segmentos de 30 minutos con un descanso es mejor que hacerlo durante 60 minutos seguidos (¡y entre más descansos tome, mejor!).
¡Aléjese de los altavoces! No importa si está en una discoteca o en un concierto, en un festival o en un evento de la iglesia: entre más cerca esté, más fuerte será el ruido y más daño le ocasionará.
Tenga cuidado con los audífonos y auriculares. Si le gusta subir el volumen tan alto que no escucha el ruido externo, probablemente se encuentre en riesgo. Y como se ha dicho antes, a sus oídos le gustan los descansos. Si utiliza audífonos con regularidad, siempre deje tiempo para que sus oídos descansen.
Finalmente, las infecciones de oído pueden causar acúfenos. Así que si utiliza auriculares (o tapones de oído y audífonos) durante largos periodos, limpie los dispositivos con regularidad.
Lamentablemente, los acúfenos no siempre pueden evitarse, así que es importante que no se culpe a usted mismo. Hay varias opciones que ayudan a tratar los acúfenos y asisten a las personas afectadas para que puedan llevar una vida normal.